BOBBY CONNOR
Entonces vino este joven y me dijo: ¿Cuál es la visión? ¿Cuál es la gran idea? Yo abrí mi boca y mis palabras fueron las siguientes:
¿La visión?
La visión es JESÚS, obsesivamente, peligrosamente e irrefutablemente, JESÚS.
La visión es un ejército de jóvenes.
¿Ves huesos? Yo veo un ejército.
Y son libres del materialismo.
Pueden comer caviar el lunes y migajas el martes...ni siquiera lo notarán.
Son flexibles como el viento, pertenecen a las naciones.
No necesitan pasaporte.
La gente escribe sus direcciones en lápiz y se preguntan de su extraña existencia.
Son libres y sin embargo, esclavos del dolorido, del sucio, del desahuciado.
¿Cuál es la visión?
La visión es la santidad, que duele a los ojos.
Hace a los niños reír y a los adultos gritar de furia.
Deja a un lado el juego de la mínima integridad para poder llegar a las estrellas.
Desecha lo bueno, busca lo excelente.
Es peligrosamente pura.
Da luces de cualquier motivo secreto, de cada conversación privada.
Con humor lleva a la gente lejos de sus sueños de suicidio, de los juegos de Satanás.
Este es un ejército que daría su vida por su causa. Un millón de veces sus soldados escogen perder la vida si como resultado algún día pudieran ganar la fe de sus hermanos y hermanas.
Estos héroes son radicales tanto el lunes por la mañana como el domingo por la noche. No necesitan reconocimiento. En lugar de eso, pelean en silencio y escuchan a las multitudes decir una y otra vez: ¨VAMOS¨.
Y el ejército es disciplinado.
Jóvenes que rinden sus cuerpos en sumisión.
Cada soldado recibirá con gusto las balas dirigidas a su compañero.
El tatuaje en sus espaldas dice: ¨Para mi el vivir es Cristo, y el morir es ganancia¨.
El sacrificio aviva el fuego de la victoria en sus ojos celestiales.
Ganadores, mártires.
¿Quién los puede detener?
¿Pueden las hormonas pararlos?
¿Puede el fracaso derrotarlos?
¿Puede acaso el mido asustarlos o la muerte matarlos?
Y la generación ora como un hombre muriendo, con gemidos, con llantos de guerrero. Lágrimas sulfúricas y grandes clamores de gozo.
No importa lo que cueste, ellos lo darán. Renuncian a sus derechos, diversión, pasatiempos esenciales.
Los publicistas no los pueden moldear. Hollywood no los puede atrapar.
La presión juvenil no tiene poder para hacer tambalear su resolución y su decisión.
Son increíblemente divertidos y peligrosamente atractivos en su interior.
¿Su exterior?... les vale. Visten ropas para comunicar y celebrar, pero nunca para ocultar.
¿Rendirían su imagen a su popularidad?
Ellos dejarían sus propias vidas, cambiarían su asiento con el hombre en la vía de muerte, con culpa infernal.
Un trono por una silla eléctrica.
Con sangre y sudor, con noches sin dormir y días sin comer, ellos oran como si todo dependiera de Dios y viven como si todo dependiera de ellos.
Su ADN escoge a JESÚS. El exhala y ellos inhalan.
Su subconsciente canta. Han tenido una transfusión de sangre con JESÚS.
Sus palabras hacen gritar a los demonios en los centros comerciales.
¿No los escuchas llegar?
Heraldos del Señor. Los perdedores y los caídos.
Ellos hablan y s árboles les aplauden, los rascacielos se inclinan, las montañas son aplastadas por estos niños de otra dimensión.
Sus oraciones convocan la atracción de los cielos e invocan el antiguo sueño de Edén.
Y esta visión será, llegará a ser, vendrá con mucha facilidad, vendrá muy pronto.
¿Cómo lo sé? Porque este es el clamor de la creación, el grito del Espíritu, el mismo sueño de Dios.
Mi mañana es su presente, es su hoy. Mi esperanza es su tercera dimensión.
Y mi oración es débil, falta de fe, invoca un AMEN grandioso, resonante, como un trueno que hace temblar los huesos de un sinnúmero de ángeles, de héroes de la fe, de Cristo mismo.
Y Él es el soñador original, el único ganador.
...GARANTIZADO.